La decisión probablemente provocará controversia en Italia, que está profundamente ligada a sus raíces católicas. El caso fue presentado por una ciudadana italiana, Soile Lautsi, que se quejó de que sus hijos tuvieron que asistir a una escuela pública en el norte de Italia que tenía crucifijos en todos sus salones.
Lautsi dijo que esto iba en contra de su derecho a dar a sus hijos una educación secular. La corte basada en Estrasburgo falló a su favor.
"La presencia del crucifijo (...) puede ser alentadora para alumnos religiosos, pero también puede ser perturbadora para los alumnos que practican otras religiones o son ateos, sobre todo si pertenecen a minorías religiosas", dijo la corte en un fallo escrito.
La corte dijo que el objetivo de la educación pública es "fomentar el pensamiento crítico" y que el Estado no debe imponer creencias en establecimientos donde los individuos dependen de su autoridad. La corte otorgó a Lautsi 5.000 euros (7.315 dólares) en daños y perjuicios.
Dos leyes italianas de la década de 1920, cuando los fascistas estaban en el poder, establecen que las escuelas deben tener crucifijos. Las leyes siguen técnicamente vigentes pese a que no han sido aplicadas estrictamente desde 1984, cuando el catolicismo dejó de ser la religión del Estado.
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